Escribo el título sonriendo y recordando el momento en el que salió por mi boca enseñando una clase presencial de Hatha Yoga. Sé que algunas de las personas que leáis esto vais a tener la misma sonrisa que yo...
Empecé a enseñar clases de yoga allá por el año 2006 y hoy en día siento que hay una transformación tremenda en mí entre el enseñar y el acompañar porque así como siento que enseño siento que aprendo con la misma intensidad. Es una corriente profundamente dichosa que en mi caso nace de la pura experiencia de todos estos años.
El caso es que te cuento esto porque hay algo que me nace con una claridad increíble a la hora de compartir en mis clases y podría decirte que a la hora de "diseñarlas" pero mira este es mi espacio de desnudez y hablo con plena sinceridad... no diseño las clases. No diseño nada de lo que hago, respondo a una corriente maravillosa que me posee en ese momento y me entrego tal cual a su ritmo y a su manera de ser manifestada. Es como responder a un Deseo que está más allá de lo que yo como Irene puedo pensar o sentir.
Desde hace años tuve claro un propósito y fue borrar o ayudar a disolver en muchas de las mujeres que llegaban a mí esta idea que algunas de ellas (muchas la verdad, muchas más de las que podía imaginarme al empezar en esto) el "no tengo fuerza en los brazos", "mis brazos no me sostienen" y a esto una suma de "se me cae la pelvis en la plancha o en Chaturanga".
Vamos juntas a hacer una reflexión de qué suponen tus brazos desde un punto de vista energético.
Si sentimos el espacio del corazón (Anahata Chakra) como el centro desde el que nace el amor en su corriente de dar y recibir; los brazos parecen sin duda su herramienta física más tangible.
Si contemplamos desde el plano físico son nuestras herramientas de acción más claras y primarias, es a través de brazos y manos que podemos ejecutar muchas de las acciones de nuestro cotidiano.
Realmente declarar que tus brazos no tienen fuerza es empobrecer mucho tu capacidad de acción y ahí entra en juego esta sensación que me invadió hace años.
Mujeres con brazos fuertes y poderosos capaces de manifestar y accionar todo lo que sientan en su vida, fundamental.
Que nuestra naturaleza no sea tan musculada y tonificada como la del sexo masculino, pues evidente, es cuestión de naturaleza primaria y no es ahí dónde queremos estar como cuerpos de mujer.
Pero ¿Es quizá que te estás comparando con el cuerpo masculino para tacharte de brazos débiles? Pues no, en tu capacidad de cuerpo de mujer hay un montón de posibilidades de experimentar y desarrollar tu fuerza y una de ellas yo diría la primera es dejar de repetirte este mensaje una y otra vez entrar en acción.
No es por aquí dónde voy a contarte cómo fortalecer los brazos, para eso te ofrezco si todavía no lo haces que practiques conmigo pero sí voy a seguir contándote cómo mi misión-dharma de fortalecer los cuerpos de las mujeres se desarrolla y refina con la experiencia.
Como todo en el mundo manifiesto es dual, de la misma manera en la práctica del yoga físico jugamos con dos polaridades bien definidas, yo les llamo LA FUERZA Y EL JUGO.
La fuerza es una acción muscular que sostiene nuestra estructura ósea y aquí mi parte devocional me asalta, le debemos devoción a nuestros huesos, a nuestro maravilloso esqueleto cargado de la más ancestral y poderosa sabiduría que acompaña nuestras vidas.
Si quieres rendirle tributo por favor, activa la musculatura que lo sostiene. Una musculatura poderosa, e hidratada va a dar soporte a la base de la vida a nuestro amado esqueleto, y hay unos años en el cuerpo de mujer que esto toma vital importancia y estoy segura de que lo sabes. Además de suplementación y una dieta favorable para ti, por favor ama y tonifica tus músculos porque además se lo merecen.
No estoy hablando de una lucha perdida contra la gravedad no, estoy hablando de acompañar el proceso de la propia vida con presencia, vitalidad y fuerza.
El jugo es otra cosa, es la deliciosa sensación de tener un cuerpo con una divina movilidad. Ahora según me estás leyendo te invito a que muevas cualquier articulación, la que quieras. Trata de viajar hacia su interior y visualiza el líquido sinovial que compone su espacio acuoso, jugoso.
El líquido que permite que un hueso no choque con otro, un jugo que yo considero como un auténtico néctar de vida y salud.
El porcentaje de agua de nuestro cuerpo es elevadísimo y según vamos cumpliendo años si no estamos presentes en ello podemos tener una gran tendencia a que nuestros jugos se sequen, y no sólo en las articulaciones, sobre todo si eres mujer.
El jugo me sabe a movimiento, a fluidez, a olas, a danza, a ondular y masajear el cuerpo.
¿Qué ocurre si equilibramos una práctica que nos otorgue fuerza y fluidez?
Según mi experiencia como profesora de Hatha yoga ese es el momento glorioso de bienestar y poder en el cuerpo. Un exceso de fuerza puede secar y acortar un montón, incluso extender hacia otros aspectos de la vida una falta de flexibilidad bastante importante y un exceso de fluidez acarrea una falta de estructura y a veces una hiperlaxitud que trae consigo ansiedad y falta de base (lo he visto en estos años y es una evidencia total).
La danza entre estructura y fluidez, entre fuerza y jugo es honrar nuestra naturaleza intrínseca y a mí esto me posee a la hora de compartir mis clases.
Soy profundamente feliz viendo cómo las mujeres recuperan la confianza en sus brazos, cómo al reconocer un abdomen, suelo pélvico y glúteos poderosos reconocen una pelvis estable, centro de Creación y Poder por excelencia.
Haz un gran favor a tu cuerpo, no abandones, no te repitas más que no tienes fuerza y comienza a saborear lo maravillosamente poderosa y hermosa que eres y lo increíble que es este cuerpo nuestro. Un Templo al que amar y honrar cada día, es el vehículo sagrado de tu Ser que es pura Conciencia y Dicha y merece ser así contemplado y amado.
Salud, Amor y Libertad
Irene.
Me ha parecido delicioso. Me empuja a seguir. Gracias Irene