Esta joya nace desde una mirada visionaria una noche de Compás y Deseo. Una noche de Belleza, de sonidos persas y de miradas cómplices y antiguas.
Esta joya suena a la música que nos habita el corazón, el compás del latido y el deseo de Paz, de Dicha y Amor que somos. Que como seres humanos y sintientes podamos 
vivir la vida al ritmo de nuestro corazón, al pulso de la vida, con el sabor de la Libertad innata en nuestro Ser.
 
Jade, Granate, Topacio, Unakita, Prenhita.
 
 
 
 
 
 
Jade verde:
El jade verde se relaciona con el chakra corazón, con el amor y la armonía. Se considera un mineral que emite calma y proporciona limpieza y protección. Desde la antigüedad se ha utilizado esta piedra para apoyar a la fertilidad. 
 
Granate: 
Es una piedra de compromiso; para uno mismo, para los demás y para el propio propósito. El granate aumenta el fuego interno permitiendo que la creatividad se manifieste en el reino físico. También fomenta y equilibra el flujo de Kundalini Shakti estimulando tanto la base como los chakras de la corona, proporcionando un flujo de energí­a libre a lo largo de la columna y los chakras. Granate es una piedra de tierra muy buena y muy adecuada para personas terrenales. Aporta carácter.
 
Unakita:
Es una piedra de visión. Usada tradicionalmente para traer a la luz de la consciencia lo que ha de ser visto, para que tenga la oportunidad de ser sanado y transformado.
 
Topacio:
Hay mucho de delicadeza y empatía en el Topacio, es una piedra que dirige la energía allá dónde más se necesita. Calma pero también recarga y estimula alineando los meridianos en el cuerpo. Aportan confianza en el Universo y  te invita a Ser más que a hacer ayudando a disolver la duda y la incertidumbre. Es un gran cristal de manifestación trayendo el logro de los objetivos. Es un excelente apoyo emocional estabilizando las emociones y abre la receptividad al AMOR.
 
Prehnita:
Tradicionalmente es usada para sanar a los sanadores y proteger de energías nocivas. Es una piedra con una energía muy elevada y espiritual que nos facilita el camino de vuelta al hogar, al corazón. Potencia el conocimiento interno a la vez que nos invita a honrar el cuerpo como el santuario donde habita el Ser.